Si tú me amas
la tierra dará flores
árboles, agua, frutos,
los hombres engendrarán,
la vida será hermosa.
Si tú no me amas
la tierra dará flores
árboles, agua, frutos,
los hombres engendrarán,
la vida será hermosa.
- Ana María Iza
Si tú me amas
la tierra dará flores
árboles, agua, frutos,
los hombres engendrarán,
la vida será hermosa.
Si tú no me amas
la tierra dará flores
árboles, agua, frutos,
los hombres engendrarán,
la vida será hermosa.
- Ana María Iza
Ella se preguntaba si podía acariciar al difunto.
La enfermera le dijo que sí que podía.
¿No se envenenaba una de cadáver?
No, no se envenenaba.
Habían estado viendo una reposición en la tele,
él había hecho una profunda aspiración
y entonces había... ocurrido.
Lo ideal sería que los dos nos fuésemos juntos
habían dicho muchas veces.
Ahora quedaba allí sola
como una rebanada de pan olvidada en el tostador.
Usted, enfermera, ¿me entiende?
La entiendo.
¿Tal vez podría lavarme la mano después?
Claro que podría.
Pero no es necesario ¿verdad?
No, no es necesario
Entonces voy a acariciarlo, sí, al difunto.
-Werner Aspenström
La tierra estaba seca.
No había ríos ni fuentes.
Y brotó de tus ojos
el agua, toda el agua.
-Luis Alberto de Cuenca
Embrujado jardín.
En un estanque,
desnuda
te recojo.
Me parece que tengo entre los brazos otro jardín.
-Luis Alberto de Cuenca
A veces pienso que me soltaron sin dosificador.
Y qué ingrato es desbordarse
en un mundo tan árido.
Cada uno construye su casa como quiere.
La pone sobre el aire,
la siembra en la cintura de la luna
o encima de las olas.
Cada uno
la pinta de manera diferente,
la baña con el cielo
y el oro verdidulce de la tarde.
La llena de jilgueros,
de música y hortensias.
Encima del verano la edifica.
Le pone una ventana al horizonte,
una terraza al mar
y un pájaro de bronce en el tejado.
Cada uno
la salva de la furia del invierno,
le pone verjas altas,
faroles importados de Neptuno,
estufas de Chicago
y espejos fabricados en Arabia.
Cada uno la mide y la corrige.
En forma vertical la va agrandando.
Le pone un timbre eléctrico
y un número de plata.
La cuida del mendigo que la ensucia,
del niño que le roba una gardenia,
del pobre que la mira.
Cada uno acomoda su casa a su manera,
presume y aparenta,
construye su existencia tontamente
con trapos, pergaminos y billetes,
con vigas antisísmicas
coñac y pararrayos.
Qué lástima pero ninguno
construye a su medida su refugio
con sólo la verdad de cada día
y el sol bien compartido.
Qué lástima que nadie se haga casas
a prueba de mentiras, olvido y desamor.
Yo quiero hacer mi casa a mi manera
sin puertas ni cortinas.
La quiero dulce y tibia
en medio del camino de tus brazos.
-Violeta Luna