lunes, 30 de diciembre de 2013

Conteo final

Este día sí me gusta. Los hombres son divas nocturnas, se venden más calzones amarillos y rojos que en todo el año, los rockeros perrean hasta abajo en la calle, las cábalas no parecen tan estúpidas como son, se reparten abrazos por doquier, nunca se está demasiado ebrio. La noche explota! y yo me pongo más sentimental que de costumbre.

A mi familia, a mis compañeros, a toda la gente maravillosa que conocí este año, a todos los que ya voy conociendo hace tiempo, a mis amigos que están lejos (geográficamente pero nunca de mi corazón), al amor, a los que llaman solo para beber, a los que ya ni llaman, a los que todavía me deben libros, a mis amigos de "likes" o de "pokes", a los que mandan invitaciones de Candy Crush.

A TODOS y cada uno, les envío un beso y un abrazo con mis mejores deseos para esta nueva vuelta al sol! Y festejen que 2013 se va pero lo pasamos bien! Lo vivido, lo bebido, lo escrito, lo leído, lo bailado, lo ingerido y lo jalado no nos lo quita nadie! Mil besos todos y cada uno han hecho la diferencia.

No puedo ni quiero quejarme de las peripecias de estos 365 días, porque todas se dieron por decisión propia, nada suelto, nada, las coincidencias no existen. No me queda más que con lágrimas de alegría levantar una copa y dar las gracias.

Por todas las sonrisas que espantaron por segundos la soledad.
Por los dos ópalos que rompen mi noche y me transforman en sol. (Los ojos de mi madre).
Por las lágrimas. Siempre purifican la vista.
Por el violador de flores, que irrumpió en el jardín cercado.
Por la máquina del tiempo capaz de devolverme a los cinco años. (Los brazos de mi padre).
Por todas las personas que se largaron azotando la puerta de mi corazón, pero más, por todas aquellas que llegaron con vino y flores.
Por cruel agosto en el que me enamoré.
Por el beso irremediable y ebrio que me cambió el mundo.
Por el frío de una ciudad donde no sale el sol.
Por los versos abortados.
Por los versos que nacieron.
Por la distancia irremediable y triste.
Por la piel.
Por el abandono.
Por Dioniso.
Por Gonzalo Rojas y la cítara de dios en la danza del fornicio.
Por la ansiedad, saciedad y el escozor de nariz.
Por el lenguaje gutural e inexplicable de mi hermana.
Por el peso mental de la familia, mi hermano.
Por todos aquellos poemas que no pude escribir.
Por la transfusión de tinta.
Por el temor de la vejez. Una gran biblioteca.
Por el mundo vertiginoso, agitado y venturoso.
Por lo inexplicable. Siempre.
Por no tener la certeza de lo que deparará el año que viene. Y por mi miedo asfixiante al futuro.

¡A la mierda! Lista para la próxima vuelta al sol y para todo lo que venga.






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