
Sigo pensando mientras observo maravillada una sesión de fotos eróticas del siglo XIX. Es un deleite especial... son cuerpos reales, de mujeres reales. Me siento mucho más cómoda mirando este tipo de siluetas (quizás se familiarizan más con mi cuerpo) que mirando las que ahora nos presentan: cuerpos casi andrógenos, bellos sí, pero casi andrógenos. Este es el arte de la vieja escuela.
Maravilla de fotografías...
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