lunes, 27 de octubre de 2014

Pequeña historia


Un día
mis iluminaciones se volvieron palabras
y me empezó a crecer sobre los pies la
tierra.

Nevé mi nieve oscura
para que en las alondras se me ahuyentara
el alba.

De tierra el dulce harapo suspendido del
alma.

Y el dolor de las manos sobre el
viento: curvatura sonámbula.

Liana de piel en tránsito
anudada al silencio de la página.
A la armazón insólita del tiempo
a la hora sin ceniza y sin lágrimas.

Entonces
las alondras cruzaron ligaduras a
sus sombras delgadas, y me empezó a crecer
sobre la voz niebla
y sobre el corazón
el camino hacia un cielo de paja.


-Martha Lizarzaburu

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