sábado, 4 de abril de 2015

Ella


   Ella estaba parida tristemente
sobre una ola, también recién parida.
Y era su substancia, de amortiguado rostro redivivo,
como la mano empuñada de rojo.
y perennemente sola como el signo de su frente.

   Ella, y el viento azul, meciéndola como un padre,
con algo de brutal y algo de amoroso.

   Ella tenia asida a su cintura
la acordonada mano del amigo.
Tanta enramada para tanta sangre.
Ella estaba parada
como un pequeño invierno sedentario
y en los ojos le bailaba la muerte.

   Para existir después de tanta primavera,
ella debió tener un silencio estatuario
en su única arruga frontal.


Stella Díaz Varín

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